Hace tiempo que he
ido perdiendo la fe. La fe en todo. No
creo en las religiones, mucho menos en la política y por desgracia en la buena voluntad
de los hombres. No puedo creer, no me
dejan.
Cuando veo esas fotografías y reportajes de las hambrunas,
hambrunas que recuerdo desde siempre. ¿Cómo puedo creer? ¿Quién puede creerse que tantos años de
lucha contra el hambre no se haya podido conseguir nada? No se puede creer, es imposible.
No me creo que ni tu ni yo seamos los culpables de todos
estos asesinatos. Nos machacan en la comida, la cena con esas imágenes. Pretenden hacernos partícipes de ese genocidio.
Hubo un momento que lo consiguieron,
sentía vergüenza de poder comer o poder ir a la tienda a por golosinas.
Pero a lo
mejor sin quererlo, digo que a lo mejor
si lo soy por haber mandado en algún momento dinero. Inocentemente pensaba que
el dinero, mi dinero, compraría varios kilos de alimentos para esas pobres
personas. ¡Qué inocencia! Años después
comprendí que solamente valía para engordar las cuentas bancarias de aquellos
mandatarios.
No creo en nada ni en nadie. El pueblo obrero, no tiene por qué sentirse culpable del hambre y
la miseria de este Mundo. Queda claro que
los políticos cuando quieren, quitan gobiernos que se presupone son corruptos
para poner a los buenos. No recuerdo que hayan derribado un gobierno por el
hambre que dejan pasar a su pueblo mientras ellos se hacen multimillonarios.
Los culpables son
los políticos, todos los políticos y las religiones, todas las religiones
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